El verdadero final de Romeo & Julieta, la historia que cuenta cómo Romeo no pudo despintar el rojo intenso de las almohadas.

Cuando te giras para verme, ¿Qué buscas? ¿O estás intentando reponer los vidrios de tu ventana?
Estamos creando música a la distancia, cuando tus lágrimas inundan el piso, acompañando el golpe de la puerta de un barato prostíbulo. Arde la madera en la chimenea, chispas guían las brisas que se relajan tras la ventana. Tus gemidos insoportables me perforan la cabeza, cuando aún no he presionado el gatillo. Cuando un desconocido te complace en la cama. Cuando reemplazas el odio por simple calentura en tus venas y en tu entrepierna.
Ni los gritos de los fantasmas inquietos, ni tus llantos.
Culpable sos, la causante de nuestros problemas. El cáncer en mi humo, el alcohol en tu bebida.
Aún puedo oír nuestras húmedas pieles rozarse con fuerza y frenesí. Y tu pelo pegado a mi pecho. El teléfono que nunca atendimos.
Aún puedo sentir el amargo sabor de tus labios. Las imperfecciones de tu cara. Tus uñas clavadas en mi espalda. Las insoportables frasadas acaloradas. Tus ojos que no querían encontrarse con los míos. Tu cuerpo que se veía azulado por las luces de afuera. Tu silencio. La profundidad; los movimientos automatizados que habías copiado de alguna película. Tus miedos y mis inseguridades. La pasión y la química que se sentía entre nosotros, ¡Estúpida vos! Dejaste que todo eso se fuera por un imbécil, por una boca que sólo largaba promesas al barranco. Por unos centímetros más. Un trueque; un futuro lento, por un presente corto.
¿Y cuando cuando acabe todo? ¿Y cuando él acabe? Cuando te haya anotado en su lista, cuando hayan salido a los mismos lugares que frecuentó con otras miles, cuando te diga las mismas palabras con las que todas las idiotas caen como vos, cuando haga los mismos trucos, cuando toque los mismos lugares, cuando compre los mismos obsequios. Cuando descubras tu inutilidad, su juego, tu inferioridad, su desinterés. Ahí sentirás lo que yo. Escucharás los salados ríos retumbando en el vacío de tu corazón. Te sentirás una estúpida por haberle creído, así como yo te creí. Tropezarás una y otra vez. Odiarás el día en que nos separamos. Y por último, desearás terminar con todo.

Y yo no voy a estar ahí. No voy a estar ahí.
Ya no voy a estar.