Un sonido insoportable que hace cenizas instantáneamente mi petrificado estómago al escucharlo. Un nombre que me hace temblar al leerlo. Una mujer que me vuela la cabeza.

Niño triste, nunca quise lastimarte. Nunca quise herir a la mujer que tanto quieres. Nunca quise robarte a tu Diosa. No hubiera querido ser parte de tu religión si tan sólo lo supiera. Ya no puedo devolverte el fuego, porque me he encariñado tanto. Ha cocinado mis noches mas placenteras.
Niño resentido, no me odies. No quería perjudicarte y cambiar el rumbo de tu vida. Las cosas se dieron, todo fue espontáneo. Hoy no puedo entender si tus deseos eran ciertos, ¿De veras querías enterrarme? Sólo por el terror que te da ver mi rostro, mi expresión gloriosa, mi sonrisa que denota victoria. ¿Victoria sobre qué? Sobre mis propósitos. Mientras te esforzás por ignorarme y atacarme por mis espaldas, yo vivo sabiendo que tengo alguien que me va a proteger, aunque lo disimule. Mientras planeás la manera mas dolorosa de matarme, yo vivo mi vida como un Rey.
Lo siento, esta es una pelea que aunque no lo creas, ya perdiste. Podrás presumir sobre tu inteligencia, pero aún así, sos infelíz. Me das pena, y probablemente así obtengas la mayoría de las cosas que tenés. O con la culpa que inyectas en los demás. Espero que tu compleja mente algún día entienda que hay otras cosas que podés inyectar en los demás.
No te odio por odiarme. No te quiero. Soy un humano noble que sigue con su vida.
Niño herido, encontrá otra manera de vivir, que no serás felíz amargando el alma de los otros. Y menos lo serás, cuando te des cuenta de que no sos capaz de destruirme.
Soy fuerte, mas fuerte que vos. Lo suficientemente fuerte como para matarte. Y conozco tus debilidades. Tu problema, es que yo no tengo debilidades.

El odio por haberte roto el corazón, por haberte quitado lo que mas querías. La venganza no sirve, no vas a poder contra mí.