7.30.2009

Widower.



- Se lo voy a preguntar una vez más señor Bing, ¿Usted asesinó a la señora Myrth?
- Le encantaba cortar flores, las agarraba de su cogote y con una tijera cortaba el tallo, prolijamente, sin derramar una gota de la lluvia que las regaba.
Agotado, el abogado del acusador arremangó sus mangas hasta los codos, y apoyó violentamente sus manos sobre la mesa en que se sentaba el señor Bing.
- No estoy bromeando, lo que sucedió aquí no tiene perdón y usted lo sabe. Si no responde a mi pregunta será llevado a Conspiranoia de vuelta.
- ¡No!- gritó Bing- A Conspiranoia no...- fue callándose de a poquito.
- Entonces tiene que decirme, ¿Qué ve aquí?- dijo mientras acercaba una fotografía y la deslizaba desde el extremo derecho de la mesa. Pero sin mirar, Bing comenzó a hablar nuevamente:
- Ella era como la sal en mis heridas. Las hojas que cortaban mi torniquete. El agua turbia que no me dejaba ver. El aire contaminado que no podía respirar. El veneno en mis remedios.
Parecía nervioso el señor Bing cuando frotaba su dedo pulgar izquierdo a lo largo de su índice derecho. Miraba hacia los costados constantemente, como si alguien lo estuviera presionando. Antes de que el abogado pudiera comenzar a hablar, Bing continuó:
- Un final provisorio para una historia que no sabía cómo terminar, ¿Usted qué hubiera hecho?- no se sabía realmente a quién le hablaba, pues no miraba a nadie a los ojos- Hice lo mas cuerdo, su pasión era cortar flores, su pasión era cortar flores. No recuerdo qué pasó, porque su pasión era cortar flores. Eramos una pareja feliz, ¿Quién se la ha llevado señor? ¡Le ruego que por favor me diga quién se llevó a mi señora!- gritó, entre llantos que denotaban un dolor en su interior.
- Si tanto la amaba, ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué mató a su esposa?
- ¿Hacer qué? ¿¡Yo matar!?- tomó al abogado por el cuello casi al mismo tiempo que un guardia corría para separarlos- Escucharme bien bastardo, ella simplemente me pidió que la ayude con lo suyo, y fue lo que hice, ¿Eso es un delito?- Gritó una vez más, escupiendo sobre su rostro.
Cuando el atacado se repuso, y el señor Bing se sentó, el silencio se apoderó del cuarto. El mismo guardia que los había separado se quedó ahora sentado al lado del acusado con precaución. Pensativo y a la vez sorprendido, el abogado parecía hacer cálculos mentales, u ordenar sucesos, no se podía entender bien desde los asientos del fondo. Pero al fin miró al señor Bing de frente.
- ¿Usted está diciendo que su señora le pidió que la ayudara con lo suyo?- acentuó esas dos últimas palabra de una forma extraña.
- Mmmmm- parecía estar degustando una comida deliciosa- mi señora, era la flor mas hermosa de todo el jardín, siempre se lo decía- habló con los ojos cerrados y una sonrisa en su viejo rostro. Se le hicieron unas pequeñas arrugas en su cara inocente, y de repente parecía un hombre feliz. No entendí bien la situación, ¿Qué pensaba el abogado? Tenía una expresión terrorífica, como quien ve un fantasma en plena oscuridad. O quien oye un ruido estando en soledad. Tragó saliva fuertemente, tan fuerte que me parece haber escuchado el ruido que el espeso líquido hizo al pasar de su boca a su estómago. O quizás fue producto del silencio que acechaba dominante. Alzó la vista hacia el señor Bing, y dio un paso hacia atrás, mientras preguntaba:
- B-Bing- hizo una pausa- Quiero que me cuente exactamente qué hizo hace seis días, a la mañana.
No le tomó al acusado mucho tiempo recordar para responder:
- Me desperté en mi cama y vi que mi señora no estaba, pero sí pude escucharla cantar en el patio, por lo que supe que estaba regando su jardín. Ahora que recuerdo, la noche anterior habíamos tenido una pelea, en la que protestó que nunca hacía nada por ella, que nunca la ayudaba- pareció afectado por alguna escena que reprodujo en su mente- así que me levanté decidido a apoyarla en lo suyo. Se que amaba cortar las flores mas lindas del jardín para atarlas en un ramo, así que supuse que es lo que quería que hiciera. Fui a la cocina, tomé la cuchilla mas filosa y con unos pasos me acerqué al patio. Me había dicho que el corte tiene que ser rápido y efectivo, sin derramar ni una gota de agua, sin doblar el tallo. Lo que sí, nunca me dijo en qué parte tenía que cortar, pero supongo que eso era un detalle menor. Cuando tomaba una flor, me mostraba que se agarraba de un pétalo pero no muy fuerte para no arrancarlo, y se deslizaba la hoja por el cuello verde, haciendo un corte parejo. El resto de la flor se dejaba ahí para que creciera nuevamente.
Ahí detuvo su habla. El público seguía espectante, sin respirar, esperando a que reanudara. Pero no lo hizo. El silencio duró unos minutos mas, Bing no sabía qué sucedía. Miró para atrás con cara incrédula, se encogió de hombros, y miró al abogado de vuelta. Y continuó:
- Mi hermosa flor, mi hermosa Lucila. Qué nombre tan bello, ¿No?- el abogado asintió, emocionado, habiendo concluido la historia en su cabeza- Espero que cuando encuentre al asesino me diga quién fue. Estoy muy apenado por la muerte de mi esposa señor.
Hasta parecía inocente el tono en que hablaba, creo que la mitad de las personas presentes estaban llorando, emocionados por la situación absurda que se estaba dando. Con los movimientos de un niño de 11 años contando una historia, señaló quién sabe a dónde por medio segundo al mismo tiempo que decía "ah", y se dio vuelta para mirar a todos los que se sentaban en los bancos a su espalda, como contándoles la historia a ellos solamente:
- Esa mañana llevaba un hermoso vestido rubí y nada más, decía que le encantaba pisar el pasto con sus pies al desnudo...- hizo una pequeña pausa para tragar- Cuando vio la cuchilla en mi mano se dio cuenta de mis intenciones de ayudarla y me dijo que le mostrara cómo había aprendido a cortar.
En ese momento el abogado se tomó el rostro entre las manos, como lamentándose y se acercó al guardia para murmurarle algo. El señor Bing continuó sin problemas:
- Entonces agarré un jazmín y lo corté como ella me había dicho- el abogado tomó al guardia del brazo para que no avanzara, al parecer le había dicho que lo arrestase o algo por el estilo-. Había agarrado una flor marchita por las dudas de que me saliera mal y arruinara el trabajo. Me felicitó con dos rápidos aplausos mi amada esposa, y con una sonrisa que mostraba sus brillantes dientes- dijo exclamando, maravillado-, así que me dijo que eligiera a la flor mas bella del jardín y lo hiciera de vuelta. ¡Me dijo que me la podría quedar si lo hacía bien! No dudé en levantarme para realizar mi nuevo trabajo, además me encantaba la idea de que estuviera ella ahí para apreciar lo que hacía. Me paré a sus espaldas, tomé los cabellos de su nuca, y giré su cabeza hacia arriba, para que me mirara a los ojos, así dejando su frágil cuello a la vista. Acerqué mi mano izquierda hacia éste e hice un corte rápido y eficaz, como me había dicho ella. El filo abrió sin dificultad la carne de su garganta... Pero soy un estúpido- de repente quebró a llorar, lágrima tras lágrima, el señor Bing estaba totalmente arrepentido de lo que había hecho. Aunque la continuación de la historia me sorpendió un poquito- ella me enseñó que no debía doblar el tallo y lo hice, me enseñó que no debía derramar ni una gota, pero enseguida el verde jardín estaba teñido de rojo. Aunque estoy orgulloso del corte, porque éste fue perfecto. Deslizé la hoja desde su garganta hasta las vértebras al final, sin detenerme.

La historia continuaba, pero el Juez no quería escuchar más, el público no sabía si sentir pena u odio, Bing no entendía por qué el guardia lo esposaba y se lo llevaba al patrullero.
"Un final provisorio para una historia que no sabía cómo terminar" había dicho al principio, ¿Qué había querido decir?