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Esto no da para mas. No puede ser que siga siendo así. Ni siquiera es un "siempre lo mismo". No. Esto va empeorando, decae. Los muros se cierran al mi alrededor, mis opciones se comienzan a reducir. Los límites crecen y no tengo fuerzas para seguir. No puede ser, ¡Dejame vivir mi vida! Quiero ser feliz, solo, sin vos. Alejate de mí, ¡Desaparecé! Sos como un maldito humo en mis pulmones, humo tóxico de respirar.
¿Cómo se supone que voy a disfrutar los mejores momentos si vas a estar siempre presente para lastimarme una vez mas? No te quiero mas, nunca te quise. No te necesito, te desprecio.
Haría mi alma arder si esa fuese la manera de que te desvanezcas.
No puede ser que por tu culpa me tenga que preocupar día a día, noche tras noche. Corrida tras corrida. Minuto tras minuto. Y aunque lo quiera, no puedo evitarte. No puedo evitar que te aparezcas en cada pensamiento que pasa como un tren por mi cabeza. Hasta en cada maldito recuerdo que tengo. Siempre estas ahí, con tu palabra, con tu silencio, con tu presencia. Para molestarme, para envenenarme un poco mas, para preocuparme. Si nunca te hubieras presentado todo sería mas fácil. Y lo peor es que sos parte de mi vida. De alguna manera, no imagino una vida sin vos. Aunque no te quiero, aunque no te necesito, sos mía. Y no sé si vos lo querés, pero estás atada a mí, estás IMPREGNADA a mí, y no hay nada que pueda hacer para sacarte.

Maldigo el día en que apareciste en mi vida. Maldigo el día en que no hice nada para evitar que entrases en mi ser. Maldigo el día en que le conté a mi gente sobre vos.

Y por sobre todas las cosas: Maldigo el puto día en que dejé que me ayudaras para continuar viviendo. Considerando el hecho de que ahora tu continua presencia en mi mente me está matando.


Maldita enfermedad o patología respiratoria, como quieras llamarte.