5.06.2010

Musa

Mas allá de mi entorno, había olvidado que existe otro mundo. Lejos, ¡Lejísimos!
La distancia no importa, si aprendés a volar con la imaginación. Ese mundo, ¿Tiene nombre? Supongo que cada uno le da el suyo... Nirvana, Terpsícore...
¿Dónde queda? Está dentro de todos y cada uno de nosotros. Hay que saber mirar bien. No todos logran conocerlo en su totalidad.
Es, se podría decir, un lugar perfecto. ¿El Paraíso? Tal vez, ¿Por qué no? Es un lugar que nos da lo que queremos, nos hace olvidar de lo malo y feo de éste mundo. O quizás todo lo contrario: A veces exalta tanto las emociones, que uno termina casi arrancando el dolor de su pecho como si fuera una mancha de napalm adherida.
Con tan solo cerrar los párpados, nos hace ver la galaxia entera. El Universo, reducido a la infinidad de una mirada. Y es que está en todos lados.

Yo lo descubrí, la primera vez que te miré a los ojos. Y ahí, comenzó a aparecerse en cada cosa, palabra, lugar, momento, por insignificante o corto que sea... Lo vi en la oscuridad de tu iris. Lo vi en la gracia de tu caminar. Lo vi en el encanto de tu hablar, en tus labios asimétricos. Desde que te encontré, éste mundo se adentró en mi, creció en mi, se apoderó de mi. Y ahora no me deja un segundo sin emborracharme con su éxtasis.
Está en mi ocio, en mi estudio, en mi lectura. Está tan adentro que lo siento en mis huesos. Está, claro, en mis dedos al hacer presión sobre las teclas de un piano.
Está en mis proyectos, y en su recuerdo. No hay imagen que no se asocie a un sonido.

¡Es eso! Un sonido eterno, que jamás me dejará solo. Que nunca cesará, ni por un segundo.

Es la música, mi compañera mas fiel.

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