9.12.2011

Amanecer

Convencido de que no podría olvidar, comencé a dejarme llevar. Fui vencido por la fuerza de mi mente, que me imploraba atención y cuidado. Esas cosas que inútilmente quise dejar atrás, me impregnaron de amargo sabor una vez más. Mis manos temblaron al escribir nuevamente sus versos. Escupí cada palabra con disgusto intentando que jamás volvieran a mi. Todo el esfuerzo y trabajo de mis últimos años se vieron burlados por una sombría y gastada foto en mi vieja billetera. Sentí como si no hubiera pasado ni siquiera un día. Y las ganas volvieron a ser más fuertes que el amor. Mi cuerpo se estremeció una vez más, recordándome mi error. Y finalmente una lágrima producida por el asombro de mi prometida corrió la tinta en sus cartas. El cielo se iluminó otra vez.

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