La Araña y el Escorpión.

Atrapado entre las redes de la Araña había quedado el Escorpión. Sus aguijonazos habían cesado, tras notar la ineficacia de estos. Estaba asustado, la mirada penetratante de la Araña lo atormentaba. Todos sus miembros habían quedado pegados a los blancos hilos tejidos por el enemigo. Que lo único que hacía era caminarse por su alrededor , y mirarlo desafiante.
Una noche, el Escorpión, ya acostumbrado a dormir pegado, sin poder moverse, se despertó al oir unos extraños ruidos que provenían del 'dormitorio' de la Araña. Como bien lo supuso, era ella, que una vez más se había levantado para observarlo y disfrutarlo. El Escorpión había peleado mucho para salir de allí y salvar su vida, pero ya no había nada que hacer. El final se acercaba, su muerte era inevitable. Cada paso de la Araña era como un cuenta gotas en su cabeza. Paso a paso, se iba consumiendo su vida. Y pensar en todas las cosas que todavía tenía por hacer, la gente que tenía que despedir. Ambos eran jóvenes, recién comenzados en sus vidas. Buscando el amor. O al menos el Escorpión. Ella sólo quería alimentarse. Y así sería, porque la Araña ya estaba a dos pasos de él. Lo miraba, sonreía. Él lloraba. Ella acariciaba su pelo. Él se estremecía.
Al tocar la Araña el cuello de el Escorpión, éste cerró los ojos muy fuertemente y miró para otro lado. La pata de la Araña siguió recorriendo su cuello, subiendo, hacia el mentón. Hizo un poco de presión para acercar su cara a la de ella ¿Acaso su plan era decapitarlo primero? ¡Qué horrible muerte! En manos de una simple mujer...
Los labios de la araña se pegaron rapidamente a los del Escorpión, que había cesado sus bruscos movimientos. El beso no duró mas de tres segundos, pero valió una eternidad. Iba a morir amando a su enemigo. Sin decir una palabra, la Araña apoyó parte de su cuerpo contra el torso del Escorpión y cerró los ojos. Ambos permanecieron así por una eternidad.