5.02.2009
La última vez que la ví.
La última vez que la ví estaba bellísima. Tenía algo en ella que me cautivaba. Me daban ganas de abrazarla, de tocarla. Su pelo, sus ojos, sus labios. Sus ropas, sus peinados, sus gestos. Como es usual, llegué tarde. Pero ésta vez no había un lugar para mí en su entorno. Otro hombre había robado lo que me pertenecía, mi lugar en su corazón. Pobre de él, lo primero que se me cruzó por la cabeza, fue un deseo de asesinarlo. De romper su hermoso rostro y deformarlo. Pero, esclavo de mi cobardía, me alejé y dejé que un tercero tomara en sus manos a mi chica. Aunque a los pocos segundos descubrí que mis prejuicios no eran más que eso, prejuicios. El hombre, al ver mi cara lastimada (Reflejo de mi corazón), se acercó, y me cedió el lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario