No, Hernán no tenía todo. A Hernán le faltaba algo. Algo tan chico como enorme le faltaba a Hernán. Hernán necesitaba cerrar etapas, atar nudos. Aprender a volar necesitaba Hernán.
Isabella no vivía un tranquila vida. Isabella creía haber nacido para estar mal. Era la persona mas buena que se pudiera conocer. Pero a la vida no parecía gustarle Isabella. Es decir, ¿Por qué había sido lastimada, pisada, escupida? ¿Por qué nadie la supo amar? ¿Por qué Hernán no la supo amar?
Hernán lloraba al oír la canción de Isabella. Y sabía que ella lloraba al oír su canción.
Isabella había empezado a escribirle una carta para contarle cuánto lo extrañaba y cómo lo amaba, pero no podía terminarla.
Hernán había pensado en visitarla, pero no se animaba a ver su reacción.
Isabella sufría las noches solitarias. Hernán sufría los días sin ella.
Isabella se preguntaba por qué era tan estúpido. Hernán se preguntaba por qué había sido tan estúpido.
Isabella evitaba ver sus fotos juntos por miedo a quebrar. Hernán recreaba sus memorias para no olvidar su rostro.
Isabella lo amaba y lo odiaba. Hernán, la amaba y se odiaba.
Hernán se prometió que se verían de vuelta. Sabía que iba a abrazarla y a llorar todo lo que no había podido en este tiempo.
Isabella quería llorarle en su hombro toda la ira contra él, y pretendía besarlo. Darle cada beso que no había podido en los últimos tiempos.
Hernán se estaba muriendo por dentro con el tiempo. Isabella no sabía vivir sin él.
Ambos sabían que lo suyo no había terminado. Ninguno de los dos quería seguirlo.
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