Era mas grande de lo que pensaba. De hecho era enorme. Blanco, lleno de carteles luminosos, la música tranquila del ascensor había sido desplazada por muchas voces por todos lados. Y no la encontraba, no estaba.
Solté la mano de mi hermana y corrí hacia el centro, mirando para todos lados. En los segundos que me demoró hacerlo, mientras golpeaba e intentaba esquivar gente, los celos y las mentiras perdieron sentido. Las historias de mierda sucedidas (antes y durante nuestra relación) me importaron un bledo. Porque ahora buscaba otra cosa, algo que creía haber olvidado.
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