11.28.2012

Tan perfecta.

I

Debés sentirte tan poderosa. Con una sonrisa, mirando a dos hermanos desgarrándose sus almas. Arañando las paredes, recogiendo las estelas de luz que vas dibujando en el camino. Dos personas iguales, con igual deseo, por la misma mujer. 

Te excita el olor a sangre. Te excita el sudor que bebés. Me excitan tus labios bermellón. 

Me enferma, le excita tu forma de ser. 

Calor, sudor, calor. Una explosión de deseo. Deseo interminable, reprimido. Deseo violento.

Cuando nuestras manos tocan tu cuerpo, dejas fluir toda esa soberbia que te consume de día. Susurrás tu rendición a mis oídos. Y me gritás. Gritás porque sentís el placer. Gritás y me provocás. Elevás la temperatura.

Tres cuerpos unidos, y la magia a nuestro alrededor. Tanta espera, tanto silencio en tu habitación, y por tanto tiempo sin ver. 
Con las persianas bajas nunca va a amanecer. Con tu cuerpo encima mío, con tu pelvis rozando mi abdomen, con tu pecho deleitando mi boca... Esto jamás debe terminar.

II

Al despertar de mis sueños, aún estás ahí, desnuda como te quiero.

Agotada, extasiada, todavía corren gotas de transpiración por tu blanca espalda.

Todavía se siente la esencia de nuestra locura. Pero él ya no está.

Y ahí voy de nuevo, listo para penetrar tu cuerpo una y otra vez. Hasta que me digas basta, hasta que te seques por dentro. Hasta que todas las tristezas se vayan. Hasta que se rompan tu cama, tu sillón y tus inhibiciones

Hasta que se agrieten todas tus copas de cristal. Hasta que se acabe el mundo.

III

Esta sensación, este cosquilleo que me producís... Algo en mi mente me dice que no te deje ir.
Que te cautive hasta que me ames. Que te cuide hasta que me ames. Hay algo en tus ojos que desintegra las fuerzas que intentaban mantenernos apartados.

Y lo único que siento es tu boca sobre mi boca. Respirándonos, agitados. Queriéndonos en silencio. Hasta que el mundo se apague.

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