III
[...]
II
Por años Andrea me había... Hecho
favores sexuales. No se me ha ocurrido otra forma de llamarlos. En cada encuentro, ella me hablaba sin decir una palabra. Sin siquiera mirarme a los ojos. Sabiendo que yo lo deseaba, hacía lo posible por satisfacerme. Nunca tocamos el tema, sucedía en un mundo que ninguno de los dos admitía que existía. A veces era ella quien desabrochaba mi cinturón, otras veces simplemente se quedaba quieta, entregada a mi merced. A pesar de que me fascinaba, sé que lo hacía sin placer. Es decir, lo podía ver en sus rostro. La boca cerrada, en línea recta. Los ojos distantes, y la nariz que se abría y cerraba con su respirar agitado.
Un día se fue y no volvió jamás. Intenté buscarla y no la pude encontrar. Escribo esto porque, desde su partida, hace años, sólo quedó su recuerdo y una pregunta: ¿Qué es lo que ganaba ella de esto?
I
La protegí durante años del resto. Porque quise, porque la quería. La escuché todas las noches, y soporté sus bruscos ataques de violencia.
La fui a buscar cuando estuvo en problemas. Me vino a buscar cuando estuvo triste.
Hice daño a quien le hizo daño. Le dí un hogar y una familia.
Me corrompí, como todos..?
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