Se congeló el tiempo en una noche. Es como si mi mente estuviera fijada en ese momento. Cuando se quitó la remera y me abrazó. Acostados los dos, en esa habitación. Justo al lado del ventanal, por donde una lámpara de la calle filtraba su luz. E iluminaba su espalda. Esa espalda que yo acariciaba.
No dejo de pensarla. No puedo olvidarla.
No quiero soportar el dolor.
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